Mi sangre en palabras.
Ríos de tinta que sueños surcaban,
Muertes, recuerdos, batallas
Y un lugar donde narrarlas

miércoles, 2 de marzo de 2011

Un día de vida...y Sevilla

Con el primer destello comienzo mi viaje por Sevilla,
en esta primera etapa del paseo que es mi vida.

Mis primeros pasos son las tardes en Maria Luisa,
entre juegos y columpios se escapan horas vacías
que llenan la tierra del parque, como en suave caricia,
y la primera carta de amor de un joven para su niña.

Más tarde, al Alcázar, como en mi plena adolescencia,
lugar de refugio al calor que golpea sobre mi tierra,
jardines de amor dedicados a la niña trianera
y ojos devotos vueltos hacia la virgen Macarena.

A media tarde van mis pasos camino a la Maestranza,
tarde feriante en que el sol ya juega sobre butacas,
mientras la arena brilla, mientras un toro de crianza
enfrenta su orgullo intacto ante el olé de mil gargantas.

¿Quién no ha sido nunca toro con la frente bien alta
al atardecer del día de una vida que ablanda
el corazón del más curtido entre sol y añoranza,
y las cornás de una vida sembrada de esperanzas?

Tras miles de corridas, batallas que perdí y ganadas,
me dirijo ya por fin al pie de mi giralda,
cumbre de la catedral, vestida entera gitana
con todos los rayos de luz que bailan entre sus faldas.

Recortada hacia el cielo con mirada desafiada,
atenta al paso del tiempo, eternamente nombrada
en poemas de poetas que escriben sus baladas,
algunos que como yo vienen, otros que ya se marchan.

Tras una vida de colores, desdichas y desgracias,
como un día muy largo de los que nunca acaban,
uno de esos de Sevilla, ciudad en fuego grabada
en los ojos que la han visto en el Guadalquivir reflejada.

Belleza por siempre descrita, y por siempre conservada,
en el fondo de mi pecho y en lo más profundo de mi alma.

1 comentario:

  1. Precioso, increíble lo que te salió aquella vez, Carlos.

    Nimbus.

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