Mi sangre en palabras.
Ríos de tinta que sueños surcaban,
Muertes, recuerdos, batallas
Y un lugar donde narrarlas

jueves, 26 de septiembre de 2013

Baile de salón


En la vida nos encontramos con muchas personas, algunas nunca las llegaremos a conocer mientras que otras pasaran a forma parte de ese grupo de personas por las que canalizamos parte de nuestros sentimientos, de nuestros logros y de nuestras esperanzas en la vida. Y todos, formarán parte de nuestra vida de una forma más o menos importante.
 
Hace no mucho tiempo, un personaje de dibujos dijo en un capítulo que estaba viendo una frase que me gustó, y que hoy comparto con vosotros. "Cada corazón tiene un latido, una melodía que lo hace diferente a todos los demás".  Una melodía que llega a todos los que comparten su tiempo, sus sueños, una cerveza en el bar de siempre o sus experiencias en las prácticas. O al menos, eso es lo que yo pienso.
 
Todos tenemos una orquesta, una música que nos acompaña allá donde vamos. Por que al fin y al cabo, la vida no es más que un baile, en la que nosotros ponemos los pasos para una melodía que nos llega desde el resto de la sala. En esa banda sonora, cada uno de los que nos rodean ponen más o menos de su parte, desde coros enteros, solos que hacen que broten las lágrimas o duetos que hacen que te sientas más unido que nunca a nadie. Otras veces, algunas personas no son más que notas insustanciales, pequeños toques que ayudan a que la orquesta coja cuerpo y que la música no decaiga.
 
Otras veces, lamentablemente, alguna de las notas se apaga, ya sea por un tiempo determinado (como por pasar un año fuera) o para siempre, pero queda ese registro, ese toque que somos capaces de recordar cerrando los ojos y dejando que la música nos invada por dentro. También pasa que aparecen nuevos ecos, tonos, o complejos instrumentales totalmente nuevos. O como me pasó a mí hace casi año y medio, que una nota especial se me quedó en la cabeza y acabó llegando a convertirse en una de las más importantes que tendré jamás, en esa que saca la sonrisa a pasear y que, como en todos los grandes éxitos, hace que aumenten las ilusiones.
 
La gran música supone un gran reto, y cuando te rodean buenos acordes estás obligado a dar lo mejor de ti en la pista, de tomar de la mano el desafío y demostrar de lo que eres capaz, a ti mismo y al mundo. Por que cuanto más orgulloso estés de tu orquesta, más ganas tendrás que continúe el baile. Por eso, que no pare la música. Que yo aún tengo mucho que bailar.