Mi sangre en palabras.
Ríos de tinta que sueños surcaban,
Muertes, recuerdos, batallas
Y un lugar donde narrarlas

jueves, 22 de septiembre de 2011

Crónicas desde el inframundo

Querido yo del año 2011:


 Te saluda un humilde servidor que sólo pretende transmitirte cómo ha evolucionado el mundo 30 años después de tu vigésimo cumpleaños. Ha cambiado tanto todo que sinceramente no sabría por donde empezar, ha sido tal la manipulación a la que nos han tenido sometidos durante tanto tiempo que mi mente ha eliminado la capacidad de soñar, de buscar alternativas o dar nuevas soluciones. Así que te mostraré una breve crónica sobre mis días en este año 2041, pero no esperes nada original, seguramente todos tus amigos recibirán un mensaje parecido de sus respectivos yo del futuro.

Para empezar puedo contarte que las deudas que se alcanzaron en tu época por la crisis obligaron a la inmensa mayoría de los países a anexionarse a lo que en otro tiempo se llamó Alemania, los bancos que existieron antaño se aliaron en uno sólo, se hicieron llamar Poder Económico y decidieron alzarse con el poder mundial de manera aun más descarada que hace 30 años. No elegimos a quienes nos gobiernan, aunque no lo creas, supone una preocupación menos, pues no decidimos sobre nuestro destino colectivo, simplemente nos sometemos a la voluntad de nuestra señora todopoderosa economía.


Aunque no tengamos ningún poder sobre la sociedad pese a formar parte de ella, no creas que nos aburrimos. El poder económico decidió reconvertir espacios anticuados donde se respiraba aires arcaicos de libertad y saber en centros adecuados a la nueva realidad. Por ejemplo, los telediarios fueron reduciendo progresivamente su duración y la calidad de sus noticias, con el objetivo de centrar la atención del público en los asuntos que menos relación tuvieran con el establecimiento del nuevo orden, hasta que finalmente desaparecieron por su inutilidad y fueron sustituidos por entretenidos programas culturales de tertulianos chillones en los  que se disecciona la vida de cualquier don nadie. Las bibliotecas se transformaron en espacios lúdicos destinados a ver partidos de fútbol o para debatir si no había ningún partido en juego. Mientras la gente adoraba ídolos que daban patadas a un balón no adoraría ni seguiría a los que pretendían hacer de este mundo un lugar más justo, un planteamiento brillante del poder. Las universidades pasaron de ser centros de enseñanza y de cultura a ser centros de oficios donde se instruye a los futuros esclavos del sistema, y lo mismo pasa con las escuelas.


¿Recuerdas tu afición a la literatura? olvídate de ella, como bien sabes la verdad nos hace libres, pero durante estos años hubo personas que decidieron vivir en mundos paralelos, en falsedades y renunciaron por voluntad propia (condicionados, pero hasta cierto punto por su propia voluntad) al acceso al saber. Prefirieron dedicarse a mantener una vida absolutamente irreal apartados del mundo, renunciando a su propia voz teniendo que hablar en todo momento a través de instrumentos tecnológicos que lejos de facilitarnos la vida, nos hicieron esclavos. Esta situación llegó a tal punto que se organizaron quemas de libros y la gente acudía masivamente, con furgonetas cargadas de obras de todas épocas. Esclava también se hizo la Ciencia que tanto amaste y que con tanta dedicación estudiaste, ahora es esclava de sus aplicaciones y del beneficio que reportan.


Pero no te alarmes, nuestra vida a pesar de lo que pueda parecer, no es triste. No hemos conocido otra situación y por eso mismo somos felices, a nuestra forma. Seguramente te impacte lo que te cuento, pero sólo pretendo adelantarte como será tu vida con 50 años si todo sigue como hasta ahora. 


Un abrazo

Tu yo de 2041

Espero no tener que firmar nunca una carta como esta, y eso sólo depende de los que ahora mismo habitamos este planeta.



lunes, 12 de septiembre de 2011

Cambios

Hoy me he notado diferente, por dentro. Me ha llovido, una lluvia fina y con olor a esperanza, a ilusiones. A la vez que mi corazón latía, lo malo salía de mí. Las malas ideas, los malos recuerdos. Suspiré, y con ese suspiro salieron varias figuras. Entre las sombras identifiqué un traficante de armas y un hombre que vende niños.
Cuando inspiré de nuevo, ese hueco se rellenó con algo más de alegría. Unos cuantos sueños. Unos buenos recuerdos. Noté algo más lleno mi corazón, por muy absurdo que eso suene. Noté el escalofrío, noté eso que algunos llaman felicidad.
Me sentí mejor, aunque también un poco más vulnerable. Y decidí que me gustaba, decidí arriesgarme, decidí ser feliz. En ese momento alcé la mirada. Y respondí tu sonrisa.