Mi sangre en palabras.
Ríos de tinta que sueños surcaban,
Muertes, recuerdos, batallas
Y un lugar donde narrarlas

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Teletransporte

 Hoy estaba pensando que hacer con mi vida mientras escuchaba una canción que hacía tiempo que no ponía en Youtube, la de Umbrella pero cantada por The Beisbol, cuando decidí que era hora de cambiarme de mundo, de activar mi ataque teletransporte y evadirme de ese mundo de corrupción y violencia que estoy tan harto de retratar entrada tras entrada y que estoy harto de ver día tras día cada vez que echan a una familia a la calle o que un sindicato busca conseguir algo explotando su caso, cada vez que enciendo la tele y sale Matías Prats con su a veces incomprensible humor. Y la verdad es que, a parte de que el hombre del tiempo se llame Brasero, considero que lo más divertido que se puede ver en las noticias de hoy en día es la carrera anual de esposas a caballito que celebran en no sé qué pueblo de una zona rural de Escocia.
Así que decidí buscar un mundo distinto, en el que primasen otros valores. Un mundo en el que se premiase la honradez, la honestidad y las ganas de hacer las cosas bien. Un sitio en el que el trabajo en equipo fuese la única forma de alcanzar los objetivos, en el que nos preocupásemos por el bienestar de los demás como si el nuestro dependiese del suyo, o como si nos diésemos cuenta de que realmente es así. Un mundo en el que la gente no te guarde rencor si ganas tus batallas utilizando el juego limpio, en el que tratar a los demás con aprecio y respeto fuese motivo de admiración y orgullo entre los que te conocen y los que no.
Quise buscar un mundo en el que, sin pensarlo ni un segundo, gente de todos los lugares y todos los pensamientos se unieran para evitar que ganen los malos, en los que la gente que ocupa los puesto altos de nuestra sociedad no tendrían lugar ni en la alcantarilla más apestosa...
Un sitio en el que la aventura signifique viajar, y no irse de botellón cada noche. Un mundo en el que la amistad dura para siempre, marcada en los mismos entresijos del mundo...
Y lo peor no fue sólo el darme cuenta de que ese mundo era casi imposible de encontrar, si no el comprobar que sólo podía acceder a él si encendía la NDS y metía el cartucho de Pokémon. Porque aunque nos parezca mentira, hemos creado un mundo tan retorcido que el mundo que querríamos para nosotros y nuestros seres queridos sólo es posible en los videojuegos para niños...