Los hay que ensayan sus discursos delante de un espejo. Los hay que sopesan todos sus actos antes de llevarlos a cabo. Los hay que entrenan sus besos con la almohada. Y muchos de ellos nunca los llevan a cabo.
Hay planes, actos, frases que se llevan a cabo o se dicen fuera del momento. Y duelen. O que se malinterpretan. Y duelen aún más. Pero también los hay que pueden llenar de felicidad y lo hacen, y aunque no sean la mayoría, los hay, y son maravillosos.
A veces lamentamos haber dicho un te quiero, o haber dado un beso...y tantas otras lamentamos sólo ser capaces de decirlo delante de un espejo. Estoy cansado de espejos, y de almohadas.
Supongo que será porque decírselo a otras personas trae buenos recuerdos. Porque los besos que he dado me han hecho feliz. Hay quien dice que cualquier tiempo pasado fue mejor.... y a veces es verdad que la añoranza te oprime y te desespera en algunos momentos. Que los buenos momentos son tantos que no entiendes como para otros son malos recuerdos. Y no, no debemos olvidarlos; tal vez sólo debemos disfrutarlos sin permitirles que nos impidan seguir siendo felices.
No os digo que cambiéis. No le digo a nadie que cambie porque yo no cambio, somos lo que somos y como somos. Pero si creo que podemos aprovechar esa forma de ser, la que nos hace distintos a cada uno, para ser felices y hacer felices a los demás. Aunque la manera de hacerlo sea seguir diciendo te quiero porque no puedas callarte. Aunque sea seguir ensayando con la almohada porque no puedas atreverte.
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