Mi sangre en palabras.
Ríos de tinta que sueños surcaban,
Muertes, recuerdos, batallas
Y un lugar donde narrarlas

lunes, 6 de mayo de 2013

Caminante, no hay camino


Me permito, es más, me doy el lujo de plagiar a uno de los mayores poetas que ha dado, y me temo nunca dará, esta tierra. Me lo permito porque me siento con ganas, me lo permito porque es una de las frases más ciertas que he escuchado en mi vida. Se hace el camino al andar. ¿Cuántas veces hemos planeado, casi artificialmente, lo que íbamos a hacer con toda nuestra vida? ¿Cuántos planes que sabíamos que no íbamos a poder cumplir? Y a veces, muchas veces, la vida nos ha sorprendido con sus propias ideas, y normalmente, para mejor.
Muchas veces he hablado ya de todo lo que tengo y a lo que le puedo agradecer. Pero todos ellos están y han estado ahí por la más, y perdónenme por la palabra, puñetera casualidad. Siento si desilusiono a algunos de aquellos que están a mi lado, pero confieso que no tenía planeado encontrarme con ninguno de vosotros. Y si lo pensáis, os pasó igual conmigo.
El mundo, ese extraño huevo que flota en medio del espacio, está lleno de infinitas casualidades. Deliciosas y geniales, pero igualmente imprevisibles. Y sé que algunas de ellas son las que me han guiado hasta cada una de las personas que hoy comparten mi día a día. Cada una de esas combinaciones matemáticas que nunca llegaremos a comprender y que han acabado llevándome hasta un amigo, un primo o una persona con la que compartir mi vida. Cada una de esas piedras, setos y zanjas, que han hecho que el camino que yo pensaba tomar fuese quedando cada vez más lejos de la vereda en la que se ha convertido mi vida.
Nunca he sabido que es lo que me ha llevado a tomar algunas de las decisiones más importantes de mi vida sin dudar lo más mínimo, mientras que he mucho más en decidir qué disco poner en la Play Station. Tal vez, sea precisamente que cuando las cosas son importantes para nosotros tenemos mucho más claro quiénes somos y qué queremos conseguir. Tal vez, que en verdad siempre hemos sabido qué desviación coger, aunque no esté marcada en el mapa que hemos trazado antes de empezar a andar.
Todos somos caminantes de un camino inmenso, en el que entramos, nos cruzamos con otros y al final, cansados y con ganas de dormir un poco, acabamos dejando tras más o menos kilómetros andados. Todos pasamos buena parte del camino sin saber realmente lo que estamos andando, o incluso recordando aquellas ciudades que ya hemos visitado, olvidándonos de mirar los carteles por los que vamos pasando. Tal vez sea por eso por lo que la vida nos va poniendo en nuestro sitio. Tal vez, por que si no nunca os habría conocido.
Recuerdo hace años dos niños casi hablando de la especialidad médica que elegirían en el MIR. Hoy, nos veo como dos personas que empiezan a entender la dirección que toman sus vidas, y que la aceptan con más que agrado.
No digo que no haya que perseguir los sueños. Al fin y al cabo, son la base que sustenta nuestra ilusión y nuestra esperanza. Sólo digo que si una calle está cortada, tal vez sea para que no caigamos en un agujero del asfalto; y si un sueño se acaba no es el fin de la vida. Por que al fin y al cabo, los sueños, sueños son. Por que, al fin y al cabo, caminante no hay camino, se hace el camino al andar. 

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